Coordinadora Tarragona Patrimoni de la Pau
Por: María Romano Serrano (Miembro de la Coordinadora Tarragona Patrimoni de la Pau)
Después de meses de rumores, en febrero nos sorprendía la noticia de la llegada de un portaaviones de la Sexta Flota de los Estados Unidos al puerto de Tarragona. Los medios de comunicación locales se hacían eco de las declaraciones del gobierno municipal y de la Autoridad Portuaria, que no acababan de confirmar la llegada del barco, pero anunciaban que hacía ya tiempo que estaban haciendo gestiones, y preveían que atracaría para labores de aprovisionamiento en abril. El buque de guerra, según advertían, funciona con propulsión nuclear, es el más grande que ha visitado las instalaciones del puerto hasta el momento y lleva seis mil militares a bordo. La portavoz del Ayuntamiento, Begoña Floria, destacaba los formidables beneficios económicos que su paso traería a la ciudad: hasta 4 millones de euros habría dejado en Tarragona un portaaviones de la armada norteamericana durante su estancia en 1997 y 2000. El editorial del Diari de Tarragona iba aún más lejos: estimaba que los soldados estadounidenses aportan a la ciudad una media de un millón de euros diarios. “Entre diez y doce veces más que un turista medio de cruceros”, añadía. Y afirmaba que el sistema de propulsión nuclear que utiliza es «de probada seguridad», para acabar sentenciando que «cualquier oposición sería absurda».
En la Coordinadora nos apresuramos para dar más énfasis a nuestras actividades habituales. Había que articular una respuesta ciudadana que llegara con claridad al gobierno local, a la Autoridad Portuaria, a los medios de comunicación y a la población entera. Porque desde hace más de quince años tenemos una postura en contra, sí, y son muchas las razones para oponerse a la llegada de barcos de guerra a Tarragona. Para empezar, y yendo al fondo de la cuestión, porque no compartimos los valores del enfrentamiento, la violencia, la obediencia y disciplina ciegas, la jerarquización, la exaltación del odio y del miedo, que son consustanciales a los ejércitos y a la cultura militar. En segundo lugar, porque pensamos que es una contradicción absurda que el Ayuntamiento de Tarragona diga, tal como asegura Begoña Floria, que está «a favor de la cultura de la paz” pero que “no se declara antimilitar». Porque con su consentimiento de acoger estos barcos no está simplemente aceptando y respetando una supuesta legalidad, sino que también está apostando por la resolución violenta de los conflictos, al prestar apoyo logístico a las operaciones militares que la armada norteamericana ejecuta en el mundo. Porque queremos un Mediterráneo en paz, lugar de encuentro de pueblos y culturas, sin barcos de guerra en sus aguas. Porque no queremos consentir que el puerto de Tarragona -que, no lo olvidemos, es un puerto civil, no militar- sea militarizado sirviendo de escala a las maniobras del ejército. Porque no nos gusta que nuestra ciudad esté llena de soldados por las calles, los locales, las tiendas…
Y en la concreción de las actividades para hacer llegar todas estas razones estábamos cuando, pocos días después, el Diari de Tarragona desmentía la noticia y anunciaba que la llegada del portaaviones Harry S.Truman de la VI Flota estadounidense a aguas tarraconenses quedaba descartada, porque un convenio bilateral entre España y Estados Unidos determina los puertos nacionales que pueden albergar barcos de propulsión nuclear, y Tarragona no está entre ellos. El Diari explicaba, para desconcierto nuestro, que se había enterado de esta imposibilidad al consultar fuentes del Ministerio de Defensa y de la Oficina de Información Diplomática.
¿Por qué el Diari informaba de la visita del portaaviones, con un editorial tan posicionado a favor que parecía que la ciudadanía de Tarragona no tenía otra opción que abrir los brazos a los marines americanos, para desmentir la noticia a los pocos días? ¿Cómo es posible que ni Ayuntamiento ni Autoridad Portuaria supieran que había estas limitaciones? Y peor aún, ¿cómo puede ser que los representantes del ejército de los Estados Unidos que, según la prensa, habían visitado las instalaciones de Tarragona para preparar la llegada del portaaviones, tampoco lo supieran? Incluso, también según la prensa, en febrero algunas empresas del ámbito portuario habían recibido una llamada de la marina norteamericana para que empezaran a prepararse con lo necesario.
Sin ser demasiado amantes de las teorías conspirativas, es fácil empezar a imaginar hipótesis: tal vez se está planteando un cambio en el convenio bilateral entre España y Estados Unidos para que el puerto de Tarragona empiece a albergar buques de propulsión nuclear, y ahora se publica la noticia para ir preparando la opinión pública. O quizás nunca ha sido ni será posible que atraque este portaaviones en Tarragona, y ni Ayuntamiento, ni Autoridad Portuaria ni ejército se habían percatado hasta ahora por pura incompetencia.
Da lo mismo. Ayuntamiento y Autoridad Portuaria siguen dispuestos a mantener los acuerdos con el ejército estadounidense para que el puerto de Tarragona esté abierto a las operaciones de mantenimiento de sus buques de guerra en el Mediterráneo. Barcos que quizás no serán de propulsión nuclear, pero de los que no sabemos qué tipo de armamento que llevan a bordo. Y no nos faltan razones para oponernos. Porque no creemos en la supuesta labor humanitaria de las tropas. La ayuda humanitaria no es la función de los ejércitos ni la misión para la que han sido preparados: los militares nunca actúan bajo los principios de la ayuda humanitaria (imparcialidad, independencia y neutralidad), y ni los pueden respetar ni los pueden garantizar. Porque la Sexta Flota de Estados Unidos no defiende la paz en ninguna parte. La paz no se impone, y menos por la fuerza. Se construye buscando la resolución no violenta de los conflictos y fomentando la educación, el respeto, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la responsabilidad, la cultura…
Porque tampoco creemos en el supuesto impacto económico positivo para el comercio de la ciudad que siempre se alega a favor de los barcos de guerra. Nos preguntamos cómo se han calculado estos beneficios y nos gustaría saber, entonces, dónde van a parar. En ningún caso percibimos que reviertan en la población ni se ingresen en favor del comercio local o de la pequeña y mediana empresa. Y aunque esta hipotética aportación económica fuera real, tampoco pensamos que sea deseable. Creemos en otro modelo de desarrollo para nuestro territorio, porque pensamos que la educación, la cultura y la innovación responsable son las mejores inversiones para una ciudad económicamente próspera, ecológicamente sostenible y socialmente avanzada. Los barcos militares en el puerto no son ningún espectáculo. Hay cosas mejores que ver.
Por eso os convocamos a la gran concentración que haremos el domingo 6 de abril en el Balcó del Mediterrani de Tarragona, a las 12 del mediodía, en rechazo a la presencia de barcos militares en el Puerto de Tarragona. Os esperamos!